Colombia: un País que se da a conocer a través de las letras

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A través de siglos plasmados en tinta y pergamino, la rica literatura colombiana siguió las tendencias de la retórica mundial. Sin embargo, en la década de los setenta y coincidiendo con el éxito de Cien Años de Soledad, surgió el denominado Realismo mágico, una corriente literaria originada por el Nobel Gabriel García Márquez, con la que inició en forma casi simultánea, el “boom” de la literatura latinoamericana.
Gabriel García Márquez fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1982, y hoy en día es uno de los escritores más leídos y traducidos del mundo.

Eduardo Caballero Calderón, Manuel Mejía Vallejo y Álvaro Mutis se cuentan entre los escritores más representativos de ese movimiento.
A partir de los años setenta, surgió la generación de los llamados “Desencantados” con figuras como la poeta María Mercedes Carranza, Harold Alvarado Tenorio y Juan Gustavo Cobo Borda, entre otros.

Posteriormente, entre la década de los años noventa y principios del siglo XXI, una nueva generación de escritores hace su aparición con gran éxito en el país y en el exterior. La mayoría de ellos con obras que retratan la realidad colombiana actual.  La lista de los nuevos valores de la literatura colombiana es larga y entre quienes han logrado mayor reconocimiento están Germán Espinosa, Rafael Humberto Moreno Durán, Jorge Franco, Héctor Abad Faciolince, Fernando Vallejo, William Ospina, Santiago Gamboa y Laura Restrepo, ganadora de numerosos premios en Colombia, España y Francia.

Desde la época de Gabriel García Márquez, muchos de los nuevos escritores se han iniciado en el periodismo, pasando luego a la literatura. Tal es el caso de Germán Castro Caicedo, Fernando Quiroz y Laura Restrepo.

Durante los primeros años de los noventa, empezó a aparecer la realidad de la violencia del narcotráfico en la literatura de la época. Títulos como La Lectora de Sergio Álvarez, Rosario Tijeras de Jorge Franco y La Virgen de los Sicarios de Fernando Vallejo, empezaron a retratar los nuevos miedos y obsesiones que el país había adquirido en esta etapa de la violencia. Las ciudades, a la vez que se convierten en escenario de estas violencias, se convierten en el escenario de estas tramas.
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